La religiosidad de la zona lacustre de Chile, incluyendo la región de los Ríos, destaca por sus tradiciones únicas respecto del territorio chileno, esto se explica principalmente por el aislamiento que ha tenido la región durante siglos, principalmente la isla grande de Chiloé, sumado a la llegada de los colonos alemanes en la segunda mitad del siglo XIX, en territorios ribereños al lago Llanquihue. La región está poblada por culturas principales, las que en su conjunto dan forma a su idiosincrasia; la huilliche, que mantiene sus ceremonias e idioma indígena a través de los siglos; la chilota, ubicada principalmente en la isla grande y su archipiélago, la que nos ha legado el especial modo de hablar la lengua española, junto a una riquísima espiritualidad y costumbres culinarias, propias de un pueblo mestizo que fusiona y da identidad única al lugar; por último, la alemana, esta última que ha dejado una rica gastronomía. El comportamiento y las tradiciones que nos distinguen del resto del país, conforman lo que conocemos como Los Lagos.

En 1557, se funda la ciudad de San Mateo de Osorno, un poblado situado dentro la frondosa pluviselva valdiviana, en esta ciudad vivieron los primeros habitantes cristianos de nuestra tierra, y con ellos sus devociones, la primera iglesia fue la iglesia parroquial de San Mateo, le siguieron las iglesias y conventos de las Órdenes Religiosas, con la misión de evangelizar a los indígenas que residían allí. Los Padres Franciscanos crearon la doctrina de los Santos Cosme y Damián en 1565, y los Padres Domínicos instalaron también un convento a las afueras de la ciudad, y también los Padres Mercedarios. En esta ciudad se levantó el primer monasterio femenino del Reino de Chile, de monjas clarisas de clausura, titulado Monasterio de Santa Isabel de Hungría, y erigido en 1571; luego del levantamiento general indígena de 1598-1604, este monasterio se trasladó a la Ciudad de Santiago de Chile, adoptando el nombre de Monasterio de Santa Clara de la Antigua Fundación.
La ciudad de Osorno fue llamada en su tiempo una ciudad rica, debido a la bonanza con la que se vivía, además de la prosperidad también se caracterizó por tener un pueblo de mucha devoción católica, para dar un ejemplo, don Rodrigo de los Ríos donó una cuantiosa suma de dinero para construir una capilla a la Virgen del Socorro para que se celebrase su fiesta, el día de la expectación, el pueblo lacustre desde su nacimiento se manifestó piadoso y modesto.
Desde la llegada de los españoles a Chile en 1540, se acumuló un descontento general en las diversas etnias de Chile, que desembocaron en una larga guerra entre españoles y araucanos, y que para el periodo que estudiamos tuvo su punto álgido en el Levantamiento general de los indígenas en Chile, que destruyó gran parte de las ciudades al sur del Bío-Bío, desde 1598 a 1604. En 1602 Osorno fue asediada y totalmente destruida, lo que obligó a los pocos habitantes que sobrevivieron a emigrar hacia un lugar seguro donde pudiesen establecerse, es así como emprendieron viaje hasta la costa sur de la región.
Carelmapu
Entre 1602 y 1606, se fundaron tres pueblos en la costa del canal de Chacao, los que se hicieron para recibir a la aterrorizada muchedumbre que huía de Osorno, estos pueblos se llamaron San Francisco Javier de Maullín (algunos escritos señalan que este pueblo ya existía antes de la destrucción de Osorno) San Miguel de Calbuco, y San Antonio ribera de Carelmapu.
De las pocas cosas que se lograron rescatar de la devastación destacan tres importantes imágenes que pertenecía a la parroquia y conventos de Osorno, esto demuestra como los españoles priorizaron en sus objetos de culto, producto de su marcada espiritualidad. Las imágenes correspondían a San Miguel Arcángel, el que quedó en Calbuco; Nuestra Señora del Rosario, que pasó a Carelmapu, y Nuestra Señora de la Candelaria, destinada a Maullín; se cree que las últimas imágenes habrían pertenecido al convento de Santo Domingo de Osorno, orden religiosa promotora de la devoción por el Santo Rosario, quienes históricamente sostienen el Santuario de la Candelaria en Tenerife, construido al descubrirse la imagen, también son ellos quienes difunden la devoción en América.
Los españoles creyeron que sus problemas acabarían al asentarse y formar sus hogares en los pueblos del sur, sin embargo, no todo sería como antes. La vida se tornó difícil y los problemas apenas empezaban, ya que en 1633 un tornado asoló al pueblo de Carelmapu, único registro de un fenómeno meteorológico anómalo en Chile hispano, y que causó múltiples daños al lugar, sin embargo ocurrió un milagro, entre los escombros de la capilla encontraron a la imagen de la virgen, intacta, según las crónicas de la época los ciudadanos se postraron anonadados, interpretando este hecho como un milagro.
Desgraciadamente los problemas no terminaría allí, ya que diez años después, Hendrik Brouwer, pirata holandés saquearía todos los asentamientos españoles de la orilla del canal de Chacao, ante esos ataques decidieron trasladar las imágenes a Chiloé para su protección.
El Milagro de la Candelaria
No se sabe exactamente desde cuando se empezó a celebrar a La Candelaria en Carelmapu, algunas fuentes indican que desde la fundación del pueblo, por 1602, sin embargo sabemos que la imagen inicialmente permaneció en Maullín, y aunque no es de extrañarse que se celebrara la fiesta sin necesidad de una imagen sigue desconociéndose la fecha exacta de su inicio. Igualmente desco nocida es la fecha del traslado de las imágenes hacia Chiloé, posiblemente haya ocurrido entre la década de 1650, aunque no es seguro.

Fue el “Milagro de Carelmapu” el que llevó a la imagen a su actual templo, y que difundió la devoción de La Candelaria en toda la zona sur de Chile, convirtiéndolo en el santuario más importante en la región de Los Lagos.
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