Me resurgió la inquietud pues me tocó ir al funeral de una vecina que murió justo en fiestas patrias, y me tocó acompañar de madrugada a la familia hasta que llegase el féretro, ver a la tía nena (como le llamábamos) en el ataud, me hizo pensar en las postrimerías, en el Cielo, el Purgatorio y el Infierno, y meditar sobre mi propia alma ¿me salvaré? Sí, me dije, la esperanza en la salvación no hay que perderla jamás, sin embargo, eso no significa una dispensa de los mandato divinos, ni mucho menos de la asistencia a los santos sacramentos, y la vivencia con entusiasmo y amor al santo Sacrificio, no, no hay que descuidar lo que alimenta nuestra alma.
¿cómo hacer en este mundo tan secularizado el difícil camino de la salvación y de la cruz? La falta de sacerdotes ha hecho mella en la capilla de san judas Tadeo, y como ella hay muchas en el mundo donde los sacerdotes no vienen a las capillas todas las semanas, y la gente va perdiendo la costumbre de acudir al sacramento de la confesión, perdiendo la costumbre de rezar, perdiendo la fe, a esto hay que sumarle los malo sacerdotes, y no estoy hablando solamente de los escandalos de los que últimamente se habla, sino de los curas que no creen en verdades de fe como el infierno o el purgatorio (me ha tocado verlos, como canonizan a cada muerto que velan) o algunos que incluso dudan de que Cristo esté en la eucaristía, siento que este es el peligro más grande de este mundo secularizado, no el laicismo de fuera de la iglesia, sino el de dentro, es el que peor mata la fe.
Son pocos los curas en los que hoy puede confiarse, y hay algo de lo cual llevo mucho tiempo quejándome, es que la dependencia a los sacerdotes es enfermiza en las parroquias chilenas, la gente casi nunca busca la guía espiritual de un sacerdote, pero en todas las cosas administrativas y sociales depende de él, no forman comunidad si un cura no lo dice, no organizan actividades si un cura no lo dice, e incluso una vez vi cuando un florero de caía en una parroquia y nadie lo recogió hasta que el padre dijo que se recogiese ( probablemente así surgieron tantos abusos, pero de eso hablaré otro día) sumadas estas dos cosas pareciese que cualquier parroquia es un caos, por lo menos en Chile, aunque no creo que la realidad sea tan diferente en el resto de hispanoamérica y España.
Para conservar la fe, mi experiencia personal me ha llevado a concluir lo siguiente:
- Nunca dejar de orar: cuando era un niño pequeño, mi mamá me compró un libro de los apóstoles de la Palabra que era para rezar el Rosario, al día de hoy agradezco que ese libro haya llegado a mis manos, aprendí a meditar el rosario, conocí la historia sagrada (traía versículos de la biblia en cada misterio) y me mantuve siempre conectado a la divinidad.
- Informarse: uno no conoce lo que no ama, decía Santo Tomás de Aquino, es importante conocer doctrina básica de nuestra iglesia, lo que no es difícil cuando vivimos en la época de la internet, hay muy buenos medios de catequesis que nos pueden ayudar y mucha información podemos obtener (también hay que tener cuidado, muchas páginas católicas tienen información herética y hay que saber discernir) la fuente más confiable para aprender doctrina, a mi parecer es el Catecismo de San Pio X, fácil de entender y escrito por el gran papa de la eucaristía.
- Frecuentar el Santo Sacrificio en cuanto nos sea posible: muchos no tenemos la oportunidad de no tener otra parroquia mas cerca que la de nuestra ciudad, aunque el cura sea malo, o tibio en enseñar doctrina debemos ir para confesarnos y poder comulgar (por favor, en ese orden, no al revés) y como decía león XIII, seguirlo sólo en lo que está correcto y no obedecerlo en lo que está errado (por eso es muy importante el segundo punto) .